Ayer viernes, fue asesinado el salesiano español Antonio César Fernández Fernández. El trágico suceso se produjo pasadas las 15:00 horas a cuarenta kilómetros de la frontera sur de Burkina Faso, tras recibir tres disparos, al parecer, durante un ataque yihadista. Los atacantes detuvieron el vehículo en el que viajaba el salesiano español con otros dos salesianos togoleses. Durante una media hora registraron el vehículo, y después se llevaron a Antonio César hacia el bosque, donde fue asesinado.
El grupo de salesianos regresaba a su comunidad en Uagadugú (Burkina Faso) después de haber participado en el Capítulo Provincial de la Inspectoría Salesiana de África Occidental Francófona (AFO) que se había celebrado en Lomé (Togo). Informados los salesianos del país, se pusieron al habla con los primeros ministros de Burkina Faso y de Togo, para que el cadáver del salesiano español pudiera ser llevado hasta la ciudad togolesa de Dapaong.
La Congregación Salesiana expresa su profundo dolor por la trágica muerte del salesiano, y quiere estar cerca de su familia y de los hermanos de su comunidad. Al tiempo que condena toda forma de violencia, se reafirma en su voluntad de seguir trabajando en estos países africanos, especialmente con la educación y evangelización de los jóvenes, para contribuir a su pleno desarrollo. Esto fue, precisamente, lo que movió a Antonio César Fernández para entregar su vida como misionero salesiano al servicio del Evangelio.
Antonio César Fernández Fernández, nacido en Pozoblanco (Córdoba) el 7 de julio de 1946, fue misionero en diversos países de África desde 1982, siendo fundador en dicho año de la obra salesiana en Togo, que fue su primer destino. A lo largo de su trayectoria trabajó como maestro de novicios (1988 – 1998) y ejerció, entre otras funciones, como delegado de la AFO en el Capítulo General 25 (2002). En la actualidad ejercía su ministerio en Burkina Faso. Tenía 72 años de edad y había cumplido los 55 de salesiano y los 46 de sacerdote.
Este ataque se enmarca dentro de la ola de violencia que asola Burkina Faso desde 2015, en un contexto que ha vivido un recrudecimiento de la amenaza terrorista en las últimas semanas tras la celebración de la V Conferencia de jefes de Estado del G5 del Sahel, en la que este país asumió la presidencia rotatoria.