1 y 2 de noviembre: Festividad de Todos los Santos y Día de los Difuntos.
Para los católicos el 1 de noviembre, es la fiesta de Todos los Santos. En esta festividad se recuerda a todas aquellas personas que vivieron una vida llena de fe y testimonio cristiano, aunque no hayan sido reconocidas oficalmente como santos, pero que fueron un ejemplo para los suyos.
La Iglesia reconoce así la santidad y la plenitud de vida, que es la perfección en el amor, que han vivido muchos discípulos de Jesús en su vida cotidiana familiar y laboral. Hay millones de cristianos que han dado testimonio de su fe y del evangelio de forma extraordinaria y que son conocidos sólo en sus círculos más inmediatos. A todos estos cristianos celebra la Iglesia cada 1 de noviembre.
El 2 de noviembre, sin embargo, la Iglesia conmemora a todos los fieles difuntos. Por tratarse de un día que no es festivo, se acostumbra aprovechar el día anterior -que sí lo es- para visitar los cementerios y recordar a los seres queridos fallecidos.
Este recuerdo se basa en la firme convicción de la resurrección de los muertos. Visitar sus tumbas y rezar por ellos, es una forma de recordar y renovar lo que ellos sembraron en nosotros. Acudir al cementerio en estos días de noviembre es una celebración familiar y también comunitaria, en la que grupos de familias y comunidades van a expresar su confianza en la resurrección, a pedir misericordia para sus allegados y, sobre todo, a agradecer lo que Dios nos concedió a través de nuestros seres queridos que ya han fallecido y nos han precedido en este caminar de fe, este vivir en el Señor para morir y resucitar con Él.