« ¡Trabaja y sé feliz! » repite Don Bosco a sus muchachos!
Para comprender el sentido del trabajo en la pedagogía salesiana, tenemos que remontarnos a Mamá Margarita. Ella no toleraba que sus hijos estuvieran ociosos y el pequeño Juan Bosco aprendió muy pronto el sentido del deber y el valor del esfuerzo.
Más tarde, comprendió enseguida que para salvar a los jóvenes que vivían en la ociosidad, encontarlos los domingos, en la iglesia o en los juegos, no era suficiente. Se esforzará en instruirlos y desarrollar sus capacidades, sus competencias. «El hombre ha nacido para el trabajo, se hace en el trabajo, se humaniza humanizando su mundo, y solo el que trabaja con amor y constancia encuentra la paz en él y el cansancio se hace ligero cuando se trata de ganar honestamente la vida».
El educador tiene como misión ayudar a madurar en los jóvenes la conciencia de la dignidad humana y una espiritualidad del trabajo resumida en dos palabras que se equilibran, armonizan mutuamente: «trabajo y templanza».