El milagro educativo de la Formación Profesional Básica
Por: Begoña Rodríguez (www.salesianos.es) 31/03/2017
Hoy se celebra en la sede inspectorial un encuentro de FPB, una vía educativa que muchos jóvenes ven como una segunda oportunidad en sus estudios.
Entra en el despacho de la orientadora del colegio porque ha cometido una falta grave dentro de clase; solo tiene quince años pero ha visto cosas que un joven nunca debería haber visto. Interrumpe la entrevista formal en la que Verónica Muñoz, orientadora de FP en Ciudad de los Muchachos, habla de la teoría de la Formación Profesional Básica (FPB). La entrada del alumno posibilita observar directamente la práctica. Está arrepentido de lo que ha hecho en el aula: «He ofendido a la profesora y no se lo merecía; ella se preocupa siempre por mí, me quiere». Sus disculpas suenan sinceras, pero sabe que tiene que poner mucho de su parte para cambiar. Responde con odio cuando se siente torpe, fuera del sistema, fracasado… que es la mayoría de las veces. Verónica intuye ese fracaso y una vez más, con profesionalidad y empatía, piensa en el joven y en su futuro, como lo haría Don Bosco. Orientadora y alumno confeccionan un plan para que el tiempo fuera del aula sea provechoso y acuerdan que jugará a videojuegos (su refugio para no escuchar las fuertes discusiones de sus padres) el mismo tiempo que dedique al estudio. ¿Lo cumplirá?
Sin duda, el equipo docente que acompaña a este adolescente apostará por él hasta el final. Cursa 2º de FPB de Informática. La FPB es un programa educativo que intenta dar una salida a estudiantes de entre 15 y 17 años que no hayan logrado terminar la ESO; es la evolución en la LOMCE de los antiguos programas de Garantía Social o Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI). Los alumnos que forman parte de esta modalidad educativa tendrán que cursar dos años, en los que estudiarán dos módulos denominados ‘Comunicación y Sociedad’ y ‘Ciencias aplicadas’ (con materias como Lengua o Matemáticas) y otros módulos profesionales relacionados con la modalidad que elijan. En la Inspectoría Salesiana Santiago el Mayor se ofrece: Peluquería y Estética, Servicios Administrativos, Fabricación y Montaje, Informática y Comunicaciones, Electricidad y Electrónica, Mantenimiento de Vehículos, Comercio y Marketing, Servicios Comerciales y Artes Gráficas.
Perfil del alumnado
«El perfil de estos alumnos es parecido en cuanto a problemática social; por eso, el objetivo fundamental de la FPB es la recuperación integral de la persona para que pueda seguir adelante con sus estudios de manera progresiva y esperanzadora», comenta Verónica Muñoz. Todos ellos tienen en común un fracaso escolar desde edad temprana y su entorno familiar adolece de problemas económicos, desestructuración y diferentes patologías. «La mayoría han salido rebotados con el sistema educativo: son indisciplinados, absentistas, superados por la situación que viven. Les cuesta aceptar normas, sanciones… Su autoestima es muy baja, no tienen hábitos de estudio, pasan mucho tiempo en la calle, les faltan normas, y a veces afecto. Es como si fueran improvisando». Por eso, para esta orientadora es fundamental contar con profesores vocacionados que partan de la realidad concreta del educando y vayan construyendo, desde el sistema preventivo, una nueva persona capaz de ser protagonista de su vida. En los colegios salesianos hay numerosos ejemplos de este tipo de profesorado. Se cuida especialmente su selección por la dificultad que entraña trabajar cada día con alumnos de estas características. La relación de familiaridad y cercanía se respira en los pasillos del colegio, en los patios, en cómo hablan de sus alumnos… En cierto modo, se comportan como padres que se entregan al máximo por cada uno de ellos, siguiendo el modelo educativo de San Juan Bosco. Para muchos son el único referente paterno/materno que tienen. Así lo ha comprobado muchas veces Adolfo Plaza, profesor de FPB en Ciudad de los Muchachos, colegio situado en el corazón de Vallecas: «Tengo claro que mi trabajo es estar al servicio de los jóvenes más necesitados. Me ayuda mucho pensar que ellos dan lo mejor que pueden en cada momento. Huyo de culpar a nadie, la culpa es un sentimiento limitante. Intento que se hagan responsables de su propia vida».
Solo una fuerte vocación y los pilares de la pedagogía salesiana son capaces de superar cada dificultad con alegría. «Soy profesor de FPB porque siento una necesidad profunda de hacer algo por los demás. He tenido la suerte de tener grandes educadores desde que he sido pequeño, tanto en educación formal como en informal, y siento la necesidad de devolver aquello que otros me dieron antes».
Un número significativo de los alumnos de FPB en la Inspectoría Santiago el Mayor logra acceder a un Grado Medio, y algunos acaban en Grado Superior. Es el caso de una joven del centro que estudia Grado Medio de Gestión Administrativa. Gracias a su determinación personal y a las gestiones y apoyo del Departamento de Orientación, logró salir de Cañada Real y dejar atrás una situación muy complicada para ella. Tiene aspiraciones muy positivas y estudiará TAFAD cuando acabe en Ciudad de los Muchachos. Su agradecimiento y la energía positiva que transmite de su experiencia en este centro son el motor que anima a sus profesores. «Me siento orgulloso de muchos alumnos que han pasado por mis manos. No puedes esperar grandes recompensas, aunque las hay. Me fijo en las pequeñas victorias del día a día. Hay alumnos que vienen a clase y ya es para celebrarlo, teniendo en cuenta que llevan uno, dos o incluso tres años faltando a la mayoría de las clases o incluso con abandono escolar. Tengo alumnos que son verdaderos supervivientes: supervivientes a sus padres, a la calle, a las bandas y a la sociedad. En orden de prioridades, para mí, los objetivos con los jóvenes de FPB son: que se mantengan sanos, salvos y vivos; que empiecen a relacionarse con respeto consigo mismos y los demás y, por último, las aspiraciones académicas», manifiesta Adolfo Plaza. Para otros profesores, la mayor alegría es encontrarse en la vida con antiguos alumnos que les reconocen y les dan las gracias por llegar a donde han llegado y tener un trabajo, una familia, en definitiva, un sitio en la sociedad donde poder ser «honrados ciudadanos y buenos cristianos».
El coordinador del Equipo Inspectorial de Formación Profesional, Santiago Elorriaga, destaca precisamente esta sanación psicológica de los daños que «padecen más alumnos de los que uno quisiera, como consecuencia de las situaciones adversas que les ha tocado vivir». En Salesianos es de vital importancia «preparar el profesorado con un plus de paciencia, bondad, mano zurda y pedagogía para abordar con serenidad los imprevistos y sobresaltos de cada día, en particular en la FPB». De eso sabe bastante el director pedagógico de Formación Profesional de Atocha, Mariano Garrido, por su dilatada experiencia. Para Mariano, la influencia en estos alumnos «es grandísima, porque se sienten acompañados y queridos. La gran mayoría de los profesores en mi centro son jóvenes, de carácter cercano y muy identificados con el espíritu salesiano. Hay que seguir animando al claustro en esta tarea y dedicar mucho tiempo y esfuerzo a los alumnos».
Tipos de alumnos
En total, 1.700 alumnos de la Inspectoría se han beneficiado este año de esta formación específica llevada a cabo por 160 profesores. «Procuramos que las instalaciones estén actualizadas con las últimas tecnologías e invertimos mucho en formación y actualización tecnológica del profesorado», afirma Santiago Elorriaga. Los datos recogidos en este curso hablan de más de treinta ciclos impartidos en la Comunidad de Madrid, ocho en Castilla y León, dos en Castilla-La Mancha y La Rioja, tres en el País Vasco y Navarra; y uno tanto en Cantabria como en Asturias.
La motivación del alumnado es muy importante, especialmente con alumnos de FPB. En opinión del director del Centro Don Bosco de León, Julián Farto, hay principalmente «dos clases de alumnos: los que tienen dificultades en los estudios porque presentan bajas capacidades (suelen estar motivados pero no pueden desarrollarse bien en la estructura del sistema educativo) y por otro lado los que tienen buenas capacidades pero una total desmotivación, es decir, que pueden pero no quieren (la mayoría de las veces con problemas en su comportamiento dentro del aula)». En este sentido, para el director pedagógico de Formación Profesional de Aranjuez, Isidoro Gil Redondo, «son los mejores alumnos, yo los llamo la joya de la corona, porque creo firmemente en que son alumnos buenos, que, por diferentes motivos, no han tenido suerte en la Secundaria. Todos tienen una historia detrás. Cuando llegan de fuera, les choca mucho el ambiente de familia y confianza, donde el alumno se siente acompañado, escuchado, comprendido». La experiencia de este director, que ha sido también profesor durante 21 años, es que «los cambios que se producen son brutales. Alumnos que venían desahuciados de la Secundaria vuelven a sonreír, al verse con posibilidades, se esfuerzan por no faltar a clase, ser puntuales y traer las tareas». Esto es posible porque la FPB es asequible para la gran mayoría. No obstante, «no todos consiguen entrar en la dinámica que les proponemos, pero creo que es porque llegamos tarde o vienen con hábitos difíciles de cambiar: absentismo o consumo de sustancias nocivas para la salud. A pesar del tiempo invertido en ellos, entre un 5 y un 20 por ciento no logra terminar el ciclo, pero un alto porcentaje sí lo consigue y continúa en Grado Medio», asegura Isidoro Gil.
En la zona norte de la Inspectoría se trabaja desde hace algunos años en Formación Profesional Básica. Varios colegios cuentan con este tipo de enseñanzas para atender a los alumnos con mayores dificultades: Bilbao (Deusto), Donostia, Urnieta, Pamplona, Logroño (Los Boscos), Oviedo y Santander. La coordinadora de Orientadores de esta zona, Irune López, destaca el gran esfuerzo que se ha realizado desde antiguo para «ofrecer a los jóvenes una oportunidad atractiva de seguir cualificándose a la vez que van madurando. Desde aquella FP1, pasando por Garantía Social, Iniciación profesional, PCPI… hasta llegar a esta nueva denominación de FP Básica. Nuestros centros han buscado especialidades relacionadas con el sistema productivo del entorno y, a la vez, con las propuestas superiores de FP que ofrece el colegio, para así incentivar a chicos y chicas a seguir formándose. Desde Artes Gráficas a Informática y comunicaciones, pasando por Fabricación y montaje, la más demandada. Esto se realiza en un entorno de familia, rodeados de otros estudiantes de Formación Profesional, lo que les ayuda a sentirse integrados y aumenta su motivación en este duro camino de la adolescencia. Es algo que percibimos y nos ilusiona». En concreto, Salesianos Pamplona dispone de tres unidades de las que han salido ya dos promociones completas. Para Yolanda Izco, orientadora del centro, es una experiencia educativa que funciona. «Ya tenemos tres alumnos que han accedido a la Universidad y otros muchos que van pasando etapas y llegan también a Ciclos de Grado Superior». En este centro intentan poner especial atención «al acompañamiento personal del alumno y también al cuidado del profesorado».
En Salesianos Urnieta también están muy pendientes de atender a todos los alumnos y a sus diferentes necesidades. «Realmente lo que más nos importa y nos motiva es ayudarlos a recuperar su autoestima y acompañarlos en su crecimiento como personas. Para esto, nuestras herramientas son la cercanía, el cariño, la empatía y una educación personalizada. Hablamos mucho con ellos, y con sus familias y/o tutores.», comenta el director pedagógico del centro, Agustín Urretabizkaia.
Metodología
Todo el equipo educativo de los centros salesianos trabaja un plan de convivencia y de acción tutorial que ayude a la recuperación integral de estos alumnos. Para Gil Redondo esta tarea se basa en «la lucha con el absentismo, la permanencia en el patio (no se puede salir del centro), se ofertan actividades en los recreos (deporte, juegos populares, competiciones…), el menor número de expulsiones posible, se cambian por servicios al centro, recuperación de actividades fuera del horario escolar; convivencias de grupos, atención personalizada al alumno y trabajo de actividades solidarias (albergue para gente sin hogar, banco de alimentos…)». A esto también ayuda la Innovación en el aula. En Aranjuez, por ejemplo, se está trabajando en un cambio metodológico hacia el Aprendizaje Basado en Proyectos: taller de reparación de pequeños equipos electrónicos para quien lo necesite. Este tipo de metodología es muy importante «para ser exigentes con la competencia profesional y llevar adelante los resultados de aprendizaje que marca el título de FPB». Por eso es tan importante cuidar el perfil del profesor que imparte clases en estos centros. «Desde el punto de vista de la persona, es necesario tener un nivel vocacional muy elevado, con mucha paciencia y mucha ilusión en el día a día; su labor es complicada», afirma Julián Farto. «Se debe ser equilibrado en el carácter y coherente con las actitudes. Muchas habilidades sociales para saber acercarse y llegar a cada alumno… Ser auténticos profesionales de la enseñanza. Como me dijo una vez un salesiano, Don Elpidio, que en paz descanse, ser profesor de alumnos inteligentes, motivados, que quieren aprender… Eso lo hace cualquiera. El verdadero oficio de profesor es intentar enseñar a los alumnos que no quieren, que no quieren…».
Nuestro joven de 15 años, que abría este reportaje lleno de frustración y de culpa, logró cumplir ese contrato con la orientadora: se puso al día con las tareas y, poco a poco, va cambiando su refugio de los videojuegos por hábitos mucho más sanos y provechosos. A veces tiende al desánimo y a querer dejar la clase pero «el truco», asegura Verónica Muñoz, es «insistir, preguntar, reforzar, tanto por parte de la familia como por nuestra parte». La puerta de la esperanza, soñada por Don Bosco, se abre de nuevo en uno de los veinticuatro centros salesianos que albergan la FPB, y nuestro joven aprendiz será otro alumno más recuperado para la sociedad.