“Vosotros jóvenes sois los protagonistas de vuestro futuro”
Por: Manu OlidArtículo publicado en Foc Nou en el número Noviembre – Diciembre 2017 escrito por Manu Olid.

¿Estamos dispuestos a abrir nuestras parroquias y comunidades cristianas a estos nuevos aires juveniles y ser valientes a la hora de hacer ofertas concretas?
Retos del sínodo:
Como en el número anterior ya explicamos los temas sobre los que el Sínodo versa, en este número planteamos los retos que se plantean y las posibilidades que se pueden desarrollar a partir del mismo Sínodo. Con este tema los obispos se han plantado ante una situación que llevan tiempo sin abordar y que creo que es de súbita importancia que afronten y sean creativos ante la misma. Los jóvenes debemos ser capaces de dar un paso adelante y plantear a raíz de este Sínodo una serie de retos que debería tratar y poder sacar conclusiones y opciones operativas para la vida de la Iglesia local y universal.
Aquí relato los que encuentro más evidentes, pero seguro que a raíz del cuestionario que miles de personas han contestado alrededor del mundo podremos encontrar otros retos y planteamientos iguales o más interesantes:
– Que sea capaz de reconocer lo bueno que tenemos los jóvenes y cuánto tenemos a aportar a la Iglesia de hoy: muchas veces los jóvenes no nos hemos sentido valorados dentro de la Iglesia, y se nos ha cuestionado si somos capaces de aportar algo a esta institución milenaria. Creo que sí, creo que somos el presente y el futuro de la Iglesia, somos gente que vivimos en la sociedad, en los movimientos fluctuantes de las generaciones de hoy, hablamos su lenguaje y entendemos el propio interno, aunque a veces nos cueste. El Sínodo debe ayudar a colocar al joven dentro de nuestra acción pastoral no sólo como destinatario sino como actor y agente de cambio.
– Que trabaje por caminos personalizados vocacionales entendiendo cada proceso y dando respuesta de manera coherente y valiente: la pastoral de masas, quizás está bien para la convocatoria, pero una vez comienza la iniciación debemos aterrizar en la vida del joven, debemos entender su vida, sus circunstancias, ver que es lo que quiere Dios para cada uno. Y a veces eso pasa por descentrarnos los agentes de pastoral, pasa por aceptar que se tomen opciones que a nosotros no nos gustan o que elegiríamos otras. Pero también pasa por animar y acompañar procesos valientes, arriesgados y coherentes con tu vocación, y eso puede ser apasionante. Después de este Sínodo necesitamos más acompañantes que ayuden a discernir la voluntad de Dios en nuestras vidas.
– Que pueda proponer voces y criterios para dar voces a los jóvenes dentro de la Iglesia local y universal: el Sínodo debe ser capaz de empoderar a la Iglesia con herramientas y recursos para que estos jóvenes aporten su voz y ésta se escuche. Para ello, debe estar cercana, debe poder proponer experiencias y mostrar toda la experiencia que tiene y poder acompañar estas voces que sobresalen entre los jóvenes de Iglesia que manifiestan sus inquietudes y ganas de ayudar a construir el Reino de Dios en medio de nuestro mundo.
– Que no se ponga a la defensiva, sino que sea creativa, flexible y abierta a los vientos que traemos y las ganas de llevar el Reino de Dios a la Sociedad: los jóvenes tenemos ganas, fuerza e ilusión. Hay una cosa que siempre ha caracterizado a los jóvenes y es la pasión que ponemos en las cosas por las que de verdad creemos. Encaminar toda esta fuerza y pasión por la Construcción del Reino es tarea de la Iglesia y de su educación en la fe; voluntariados, servicios sociales y transformadores, compromisos con los demás miembros de la comunidad cristiana y la capacidad de anuncio de la Buena noticia de Jesús de Nazaret. El Sínodo debe ser un impulso y un aliento fresco para que esta pasión dentro de la Iglesia se revitalice.
– Que la Iglesia, y la curia en concreto, salga con deberes precisos para trabajar de aquí al futuro, sobre pedagogía, evangelización y entendimiento de la sociedad y de los jóvenes de hoy: aún tenemos mucho que aprender en estos temas pero hay una historia que nos precede de la que debemos aprender, ser capaces de leer los signos de los tiempos y actuar según el plan de Dios es algo que se ha hecho desde el inicio de nuestra Historia como Iglesia. Cambiar las cosas son complicadas, más con la frase que suele haber detrás de “se ha hecho así toda la vida” pero a veces no es tan difícil cambiar más la forma y no tanto el contenido que es lo fundamental y que no debe alterarse.
– Que sea valiente de ir a lo nuclear del mensaje evangélico y le dé importancia a lo que la Sociedad le pide a gritos (a veces silenciosos) que haga y sea: la sensación de los jóvenes que en varias ocasiones pueden tener de la Iglesia es que nos quedamos en esas formas que para muchos tienen un significado pero que no son el núcleo fundamental de nuestra fe. Cuando trabajemos con jóvenes debemos profundizar lo propio del mensaje evangélico y cuando veamos una situación social concreta seamos valientes de posicionarnos con valores del Evangelio como agentes de denuncia, y defensa del débil y al mismo tiempo agentes de conciliación y diálogo. El Sínodo nos tiene que empoderar a las Iglesias locales para que los jóvenes de nuestro alrededor nos vean como comunidades significativas y de referencia, y no sólo como meros conservadores de los valores y raíces cristianas de nuestra sociedad.
Considero que este Sínodo debe marcar un antes y un después en nuestra Pastoral Juvenil, no porque sea revelador lo que allí se hable, sino más por lo que nos sugiere a reflexionar y dar como respuestas desde nuestras realidades sociales y eclesiales locales.

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